Intensidad


13 Mayo 2018


Hay días y días… y lo peor, es que dentro de esos días, también hay momentos y momentos. Y ya no te digo nada de esos cambios de un segundo a otro!... Mis niñas son de una intensidad… No sé, quizá es que su madre también lo sea, intensa. Y es que tan pronto están jugando, tranquilas, felices, cómplices entre ellas a pesar de llevarse cuatro años y medio, como que se profesan un odio infinito mutuo. Me encanta cómo se relacionan entre ellas. Se quieren con locura pero… en un segundo, de repente, pueden saltar chispas. Vale, hasta aquí como entre cualquier hermano. Pero es que son de una sensibilidad… “me ha dicho que ya no me iba a querer más…”, “me lo ha dicho con muy mala cara”, “en el fondo sigue enfadada conmigo y entonces no vale…”


Salto, brinco, lloro, río, juego, me enfado, resoplo, contesto, abrazo, beso… y todo en medio micro segundo! Yo me vuelvo loca… Las quiero con locura, me armo de paciencia y trato de dialogar SIEMPRE con ellas. Pero claro, todos somos humanos y hay veces que ya no puedo más y salto yo también… Mi hija mayor, una de las primeras cosas que aprendió cuando empezó ya a razonar, allá por sus tres añitos y medio… es que “por la noche mamá está cansada y hay que obedecer más” Chica lista!

   Y así como es importante que los adultos nos conozcamos, también lo es que ellos se conozcan. Que sepan qué les hace enfadar, qué les gusta, cómo necesitan que les digas las cosas… Una de mis niñas, cada vez que le llamo la atención o le riño por algo se le pone una cara triste y larga hasta el suelo. Pues me tuve que sentar a hablarlo con ella.

-  Cariño, no puedes sentirte así cada vez que mamá te corrija. Mi deber es educarte, y las cosas que no hagas bien tengo que enseñarte.

Ahora, cada vez que eso ocurre, le recuerdo, te estoy enseñando, te quiero mucho pero esto no lo estás haciendo bien. Y bueno, no le gusta que le reprenda, como a cualquier niño, pero ya no se lo toma tan personal. Es que parecía que le estuviera “atacando” directamente a ella. Pobre! Cómo debe de sentirse un peque cuando todo le afecta de esta manera…

Tener niños de alta capacidad es una gozada. Son niños que aprenden muy rápido y enseguida saben captar el mensaje. Claro que… oye, no todo iban a ser ventajas! Y la pena es que lo que más se oye son, o mitos o las partes negativas… De los mitos hablaré otro día porque da mucho de sí y además los acabamos de tratar en nuestra sesión de los jueves de #ConoceAACC #MeetGiftedness en este caso con el hashtag #AACCtualizate. Te recomiendo que busques en Twitter todos los comentarios pero para abrir boca te dejo el enlace al Momento resumen de la sesión:



Estábamos contemplando alguna de las partes negativas de nuestros niños de alta capacidad. Y una de ellas es la intensidad. Ya he comentado que pueden llegar a ser excesivos tanto para las cosas buenas como para las malas. Por ejemplo, en su educación, es un poco más costoso el hecho de que tienes que explicárselo todo. No suele valer un “porque lo dice mamá!” aunque confesaré que en ocasiones también cae… No, lo ideal es razonarlo todo. Hay que darles respuestas porque si no, ellos van a seguir dándole vueltas a la cabeza y son capaces de soltarte, a los tres o cinco días, “oye, mamá… aquello que me dijiste…” O si les riñes por algo pero no lo entienden, se convierten en verdaderos adolescentes enarbolando la bandera de la justicia (y de la injusticia mejor dicho…) y no cesan en su empeño hasta entender el por qué de esa llamada de atención. Bueno, esto es lo ideal, dentro de todo… también puede ocurrir, como al principio nos pasaba con una de nuestras hijas, que no lo entienden, pero es mayor su deseo de agradar y complacer a sus padres que obedecen pero se lo guardan. Eso les entristece y les va cambiando su carácter y ya no hablemos de su seguridad y autoestima.

Por eso es importantísimo observarles continuamente pero, ¿¡qué padres no hacen eso con sus hijos!? Las familias somos quienes mejor les conocemos. Yo, con una mirada ya sé si están contentas, tristes, hay algo que les preocupa… Poder de madre ;-) y de padre… cierto! Que somos un equipo, complementarios, y tenemos que trabajar al unísono. Y es que mi marido es quien mejor es capaz de hacer que mi hija suelte los problemas, esos que tiene ocultos, esos que le cuesta más. Mamá es para lo que le indigna, lo obvio, lo del cole, los problemas con su hermana, las cosas “de chicas”… Pero por la noche, cuando llega el insomnio, es papá quien llega a su cabecita mejor que nadie. Y con la pequeña, cuando entra en rabieta, en bucle que decimos en casa, también es papá el artista que con su magia es capaz de convertir ese llanto desconsolado en un juego y una carcajada. Ya os decía yo que eran intensas…

El peor día de mi vida...

05 mayo 2018




Esta frase se la hemos oído mil millones de veces a nuestros hijos. Mi niña es mitad madrileña mitad navarra por lo que cuando dice esta frase, tengo seguro que no se trata de una exageración. A los adultos nos lo puede parecer porque a los niños les damos relativa credibilidad… pero a mí lo que más me importa es que ella así lo ha sentido por lo que, en el fondo, es real, esa sensación es verdadera.

Cuando ella piensa que algo ha salido mal, sea o no así a juicio de los adultos, para ella sí ha salido mal. Así lo siente, como si fuera realmente verdad. Y lo que tenemos que hacer es hablarlo con ellos. Valorar qué es lo verdaderamente importante y a qué le estamos (están) dando un valor desproporcionado.

En el caso de mi hija, ese día tan malísimamente malo había sido terrorífico y como me conoce, sabía que le iba a pedir que me explicase el por qué le había ido tan mal en el cole. Así que la conversación fue como sigue…

Recogida del cole, nos metemos en el coche, cara triste, lánguida y larga hasta el suelo…
-  Cariño, ¿qué tal tu día? ¿qué ha pasado, tienes mala cara?
-  Mamá, ha sido EL PEOR DÍA DE MI VIDA, y como sabía que me lo ibas a preguntar, he hecho una lista. ¡Mamá! 16 cosas horribles que me han pasado hoy!!!!

Me paro… respiro… hoy va a ser una de esas tardes laaaaargas de tutoría…

-  A ver cariño, cuéntame de una en una y lo vamos viendo…
-  Sí, sí… las tengo aquí escritas porque sabía que me las ibas a pedir.


Fuimos repasando cada una de las “atrocidades” que le habían ocurrido en ese día. Algunas sí eran importantes –claro, a juicio de su madre… porque las 16 eran importantes para ella- y hubo que hablarlas más detenidamente con ella y con su tutora en el colegio. Gracias a Dios se pudieron solucionar, pero eran del tipo de problemas o pequeños conflictos de convivencia entre compañeras. Las niñas a esa edad, 10 añitos, pueden ser muy crueles entre ellas sin darse cuenta y para niñas como mi hija, que son muy sensibles, este tipo de comportamientos pueden hacerles sufrir mucho.

Las otras 14 cuestiones eran cosas corrientes que pasan todos los días, sin excesiva importancia pero ella las había magnificado todas. Todo se lo había tomado como algo personal. Lo que suele ser algo muy habitual…

Por ejemplo, lo de que apenas le dejaban colaborar en el laboratorio. Es una niña que se aburre soberanamente en el colegio.

Sí, SE ABURRE,
·       aunque no lo diga,
·       aunque participe,
·       aunque se ría,
·       aunque disfrute de sus amigas,
·       aunque los demás “no lo vean”…
ella se aburre.

El aliciente de esa semana era la clase de laboratorio que le encanta. Allí puede experimentar y “jugar” con el aprendizaje por lo que esa era su clase deseada desde hacía varios días. Si en un experimento ella no había podido participar todo lo que estaba como loca deseando poder hacer, pues se sentía mal. En verdad se sentía mal por la situación, pero ella lo derivaba a las compañeras: no me dejan participar, no les interesa lo que yo haga, no me tienen en cuenta, no me quieren…

La que más me dolió fue la última:

“Me dicen que no soy especial”

¿Qué pueden estar pensando unas niñas sobre otra compañera para llegar a decirle eso? Quizá ven a mi hija “diferente” y les molesta. O ella hace cosas que no les gustan, o hace comentarios en clase… Recuerdo en 2º de primaria que me dijo con todo su pesar: “Mamá, me llaman sabelotodo!”

Ella sabe que es especial. En verdad cada uno lo somos y todo niño debería sentirse así. Pero ese “especial” al que ella se refiere tiene que ver con “no ser como las demás” no gustarle las mismas cosas, las conversaciones, los juegos, los intereses… Pero ese es el concepto que tiene de sí misma, “SU” definición. Y cuando las demás le dicen “No eres especial” le están desmontando toda su realidad. Esta es una de las cuestiones que tratamos con la maravillosa tutora que tiene este curso. Ella lo habló con las compañeras y reconocieron lo desacertado de los comentarios que habían hecho. Eran tonterías y malentendidos de niñas, pero para ella se trataba de algo muy duro y fundamental. Le provocaba un sufrimiento que ninguna de las de su alrededor estaba percibiendo.

Una vez hablado todo, largo y tendido, se encontró mucho mejor, su día ya no era el peor de su vida, pero aún no era todo lo bueno que debiera… Para buscar soluciones hicimos un ejercicio que habíamos aprendido en orientación. Se trata de hacer una lista de cosas buenas, el mismo número o más que las cosas negativas que le están molestando. Bueno... en este caso le salieron 11 solamente pero... como ella dice, "la visita de los abuelos cuenta doble!" y es que estaba haciendo la lista cuando llegaron ellos de sorpresa y los abuelos, siempre, siempre solucionan todos los males, ¿a qué sí?


 Aconsejo hacerlo puesto que, además de recapacitar y buscar el lado positivo de la vida, también les ayuda a relativizar lo malo. Al contrastarlo con cosas buenas o emociones positivas que han sentido, la balanza como que se equilibra. Lo cierto es que una vez hecha la “lista buena” ella consiguió olvidar la mala y el equilibrio le dio paz.




EducaPassion

¿Por qué este nombre? y ¿por qué ahora?                             27 noviembre 2019    Mi relación con la docencia es ...